INTRO DEL LIBRO DE JOAQUIN

La primera vez que escuché a Sabina, tenía 19 años. Estaba cursando la carrera de publicidad y había ido a la casa de una compañera para terminar un trabajo práctico que nos habían pedido. La tarea resultaba bastante aburrida, por cierto, y lo que más recuerdo de aquella noche es que de fondo sonaba el CD de Joaquín, MENTIRAS PIADOSAS.
En una de las pausas que hicimos para tomar un café, empecé a prestarle atención a la letra de Y SI AMANECE POR FIN. En esa época, y aunque cueste creerlo porque yo ya era una chica muy moderna, todavía no había tenido relaciones sexuales. Muchos de ustedes (incluidos mis padres) pensarán que esta aclaración no hacía falta. Pero yo pienso que sí. Porque en aquel momento, en donde el sexo era algo por descubrir, que me despertaba curiosidad pero también, mucho temor y mucha culpa, yo pensé que si encontraba algún chico que me invitara a acostarme con él usando semejante poesía como argumento, iba a ser imposible resistirme… Supe que de inmediato diría que sí, si alguien me cantara:

Y si amanece por fin y el sol incendia el capó de los coches,
baja las persianas,
de ti depende, y de mí, que entre los dos siga siendo ayer noche,
hoy por la mañana.
Olvídate del reloj
nadie se ha muerto por ir sin dormir una vez al currelo
por qué comerse un marrón
cuando la vida se luce poniendo ante ti un caramelo.
Anda deja que te desabroche un botón,
que se come con piel la manzana prohibida,
y tal vez no tengamos más noches,
y tal vez no seas tú, y tal vez no seas tú,
la mujer de mi vida.
El tiempo es un microbús
que sólo cruza una vez esta breve y absurda comedia
y yo no soy Mickey Rourke
ni tú Kim Basinguer ni tengo nueve semanas y media.
La buena reputación
es conveniente dejarla caer a los pies de la cama
hoy tienes una ocasión
de demostrar que eres una mujer además de una dama.
Anda deja que te desabroche un botón,
que se come con piel la manzana prohibida,
y tal vez no tengamos más noches,
y tal vez no seas tú, y tal vez no seas tú,

la mujer de mi vida.

Esta es la letra de la canción que tanto me atrapó en aquel momento…
Por suerte o por desgracia, no encontré en Dimensión (la disco a la que yo iba habitualmente, que estaba en la Avenida Córdoba y que ya no existe) ningún chico que me hablara con tan hermosas palabras. Así que conservé mi preciada virginidad algunos años más y tuve mi primera vez con alguien que, tal cual lo predijo Sabina, no era Mickey Rourke, no fue el amor de mi vida y para el que yo tampoco fui la mujer de su vida.
Ese fue el inicio de mi fanatismo por Joaquín. Ese fue el inicio de este fanatismo por su música y, sobre todo, por sus letras.
En ese entonces sentí que Joaquín había llegado tarde a mis oídos. Sin embargo, hoy sé que llegó en el momento oportuno. A una edad en la que yo ya estaba lo suficientemente herida como para entender algunas de sus letras. Quizás escucharlo antes de ciertos desengaños, sea malgastarlo. Porque para que Joaquín cale profundo, hay que tener “un corazón podrido de latir”.

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